Es un hecho que las dietas, consejos y reglas no funcionan si ignoramos la parte mental y emocional relacionada con la comida. ¿Por qué sigo comiendo demasiado y de las cosas equivocadas? La mayoría de las veces, cuando tenemos ansiedad por zampar galletas en realidad estamos hambrientos de amor, sexo, amistad, paz o un sentido de propósito y significado. Y cuando estás sujeto por esa clase de hambre, todos los consejos y trucos del mundo no te van a salvar.
La próxima vez que estés listo/a para embarcarte en una dieta, intenta algo diferente: en lugar de concentrarte en la comida, sintoniza con las emociones que te hacen desviarte. Esta es la forma de empezar:
Después de una vida entera negando el hambre, es difícil decir cuando estamos de verdad necesitados de comida. Pero todos nacemos con la capacidad de comer cuando estamos hambrientos y parar cuando estamos llenos. De niños comemos en respuesta a las señales de hambre que nos da el cuerpo. De adultos comemos en respuesta al reloj, a la última revista o a nuestros inquietos sentimientos.
Entra de nuevo en contacto con las señales de tu cuerpo llevando algo en que anotar tu hambre antes de comer. Valora en una escala de 1 (muriéndome de hambre) hasta 10 (incómodamente lleno). Si haces esto un día tras otro, el sentir las pistas de tu cuerpo vendrá de forma natural. Sabrás que estás en el buen camino cuando tras analizar tus notas empieces a comer en respuesta a un movimiento en tu estómago, una dificultad para concentrarte, etc. en lugar de guiarte por tus pensamientos y emociones.
No cuentes calorías, grasas, carbohidratos, gramos ni porciones ni ningún otro número, ya que eso hace que te salgas de tu cuerpo y te metas en tu cabeza. Cuando cuentas y mides estás comiendo de acuerdo a tu intelecto en lugar de siguiendo las indicaciones del cuerpo.
Cuando sientas un impulso de comer, ¿De qué estás hambriento en verdad? si quieres patatas fritas ¿no será que tus mandíbulas quieren masticar para liberarse del estrés y la tensión? ¿No será que el sonido de las patatas crujiendo hacen que tu cabeza se relaje? cuando tienes ganas de helado, puede que la textura suave y cremosa te haga sentir refrescado o llene algún espacio faltante.
Una vez que tengas mejor idea de lo que de verdad estás deseando estarás mejor equipado/a para realizar una elección consciente. Quizás masajear tu mandíbula, minimizar la causa del estrés o visitar a un amigo. O quizás, por qué no, tomarte un helado. Pero que sea una decisión consciente.
Ahí estás, en frente del frigorífico a las 9 de la noche, papeandote unas sobras del chino directamente desde el recipiente, sin saber ni siquiera como llegaste ahí. Es lo que se llama "amnesia de comida" un estado en que la acción inconsciente de la mano a la boca se vuelve tan automática que antes de que te des cuenta te has zampado una caja completa de galletas.
Toma conciencia de cada comida. Pon siempre tu comida en un plato, siéntate en una mesa, quítate de las distracciones como la televisión y observa tu plato. Mira los colores, texturas e incluso huele durante 30 segundos o un minuto antes de dar el primer bocado. Conforme comes, siente la acción de masticar de tus mandíbulas, el sabor de la comida, como se mueve desde tu garganta al estómago. Es una placentero y pronto se convertirá en una segunda naturaleza.
Muchos de nosotros caminamos todo el día por ahí en un estado de semiconciencia, sin estar de verdad presentes en el cuarto, en la tierra, en nuestros cuerpos. Y cuando no estamos en nuestros cuerpos, no podemos sentir si estamos hambrientos o llenos. ¿Cuán a menudo tomas conciencia de tu cuerpo?.
Sintoniza con él ahora, mientras lees esto siente desde la punta de los pies moviéndote hacia arriba. Haz una pausa en el estómago y nota como se siente. ¿Está vacío o satisfecho? ¿Se siente rígido o tenso? ¿o está suave y relajado?. Cuando te conviertes en íntimo/a con las sensaciones de tu estómago puedes comenzar a identificar la verdadera hambre.
Cuando experimentes ansiedad por la comida, detente y obsérvala. No intentes que se vaya, pero tampoco te dejes llevar por ella. Acepta la incomodidad de la ansiedad. Puede que se vuelva más intensa o incluso dolorosa; no pasa nada. Acéptala y date cuenta de lo que ocurre. A menudo encontrarás un gran mar de emociones como miedo, ansiedad, pena etc. tras las ganas de comer algo. Es un ejercicio poderoso, pero bastante revelador, a veces hasta cambia la vida.
Es posible que hayas estado posponiendo tu felicidad hasta que pierdas 5 kg, o hasta que seas capaz de dejar el azúcar y comer más vegetales. Pero cuanto más feliz estés ahora, más posibilidades hay de que logres tus metas. Nuestra mentalidad nos dice que el éxito alimenta la felicidad, cuando en realidad puede ser justo al contrario. Una vez que puedes aceptarte tal como eres, es más fácil que puedas conseguir tus metas dietéticas y más difícil que comas debido al estrés, depresión o ansiedad. Y de todas formas, no tiene sentido posponer la felicidad. Se feliz ahora; ya vendrá el resto.
La próxima vez que estés listo/a para embarcarte en una dieta, intenta algo diferente: en lugar de concentrarte en la comida, sintoniza con las emociones que te hacen desviarte. Esta es la forma de empezar:
1. Siente tu hambre
Después de una vida entera negando el hambre, es difícil decir cuando estamos de verdad necesitados de comida. Pero todos nacemos con la capacidad de comer cuando estamos hambrientos y parar cuando estamos llenos. De niños comemos en respuesta a las señales de hambre que nos da el cuerpo. De adultos comemos en respuesta al reloj, a la última revista o a nuestros inquietos sentimientos.
Entra de nuevo en contacto con las señales de tu cuerpo llevando algo en que anotar tu hambre antes de comer. Valora en una escala de 1 (muriéndome de hambre) hasta 10 (incómodamente lleno). Si haces esto un día tras otro, el sentir las pistas de tu cuerpo vendrá de forma natural. Sabrás que estás en el buen camino cuando tras analizar tus notas empieces a comer en respuesta a un movimiento en tu estómago, una dificultad para concentrarte, etc. en lugar de guiarte por tus pensamientos y emociones.
2. Para de contar
No cuentes calorías, grasas, carbohidratos, gramos ni porciones ni ningún otro número, ya que eso hace que te salgas de tu cuerpo y te metas en tu cabeza. Cuando cuentas y mides estás comiendo de acuerdo a tu intelecto en lugar de siguiendo las indicaciones del cuerpo.
3. Examina tus ansiedades
Cuando sientas un impulso de comer, ¿De qué estás hambriento en verdad? si quieres patatas fritas ¿no será que tus mandíbulas quieren masticar para liberarse del estrés y la tensión? ¿No será que el sonido de las patatas crujiendo hacen que tu cabeza se relaje? cuando tienes ganas de helado, puede que la textura suave y cremosa te haga sentir refrescado o llene algún espacio faltante.
Una vez que tengas mejor idea de lo que de verdad estás deseando estarás mejor equipado/a para realizar una elección consciente. Quizás masajear tu mandíbula, minimizar la causa del estrés o visitar a un amigo. O quizás, por qué no, tomarte un helado. Pero que sea una decisión consciente.
4. Come de forma consciente
Ahí estás, en frente del frigorífico a las 9 de la noche, papeandote unas sobras del chino directamente desde el recipiente, sin saber ni siquiera como llegaste ahí. Es lo que se llama "amnesia de comida" un estado en que la acción inconsciente de la mano a la boca se vuelve tan automática que antes de que te des cuenta te has zampado una caja completa de galletas.
Toma conciencia de cada comida. Pon siempre tu comida en un plato, siéntate en una mesa, quítate de las distracciones como la televisión y observa tu plato. Mira los colores, texturas e incluso huele durante 30 segundos o un minuto antes de dar el primer bocado. Conforme comes, siente la acción de masticar de tus mandíbulas, el sabor de la comida, como se mueve desde tu garganta al estómago. Es una placentero y pronto se convertirá en una segunda naturaleza.
4. Siente tu cuerpo
Muchos de nosotros caminamos todo el día por ahí en un estado de semiconciencia, sin estar de verdad presentes en el cuarto, en la tierra, en nuestros cuerpos. Y cuando no estamos en nuestros cuerpos, no podemos sentir si estamos hambrientos o llenos. ¿Cuán a menudo tomas conciencia de tu cuerpo?.
Sintoniza con él ahora, mientras lees esto siente desde la punta de los pies moviéndote hacia arriba. Haz una pausa en el estómago y nota como se siente. ¿Está vacío o satisfecho? ¿Se siente rígido o tenso? ¿o está suave y relajado?. Cuando te conviertes en íntimo/a con las sensaciones de tu estómago puedes comenzar a identificar la verdadera hambre.
6. Haz pausas
Cuando experimentes ansiedad por la comida, detente y obsérvala. No intentes que se vaya, pero tampoco te dejes llevar por ella. Acepta la incomodidad de la ansiedad. Puede que se vuelva más intensa o incluso dolorosa; no pasa nada. Acéptala y date cuenta de lo que ocurre. A menudo encontrarás un gran mar de emociones como miedo, ansiedad, pena etc. tras las ganas de comer algo. Es un ejercicio poderoso, pero bastante revelador, a veces hasta cambia la vida.
7. Se feliz ahora
Es posible que hayas estado posponiendo tu felicidad hasta que pierdas 5 kg, o hasta que seas capaz de dejar el azúcar y comer más vegetales. Pero cuanto más feliz estés ahora, más posibilidades hay de que logres tus metas. Nuestra mentalidad nos dice que el éxito alimenta la felicidad, cuando en realidad puede ser justo al contrario. Una vez que puedes aceptarte tal como eres, es más fácil que puedas conseguir tus metas dietéticas y más difícil que comas debido al estrés, depresión o ansiedad. Y de todas formas, no tiene sentido posponer la felicidad. Se feliz ahora; ya vendrá el resto.
Artículo traducido del publicado por Lisa Turner en care2.com
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